martes, 25 de septiembre de 2012

Ajoblanco con Canela


 Una vez mas, el Flamenco hacía acto de presencia en Almachar, un pueblecito enclavado en plena ruta de la pasa de la Axarquía malagueña. Este pueblo puede presumir de ser uno de los más aficionados a éste arte, y siempre que pueden, organizan eventos de categoría, como hicieron en la noche de ayer. Celebraban su tradicional Fiesta del Ajoblanco y no podía faltar el cante, toque y baile.

  Abría la noche Manuel Martin, un aficionado de Almachar afincado en Bilbao, acompañado por la guitarra de José Cuevas. A pesar de no ser profesionales, brindaron una buena actuación. Comenzó Manuel con su voz rasgada por tangos, donde estuvo discreto, continuó con Malagueña de Chacón rematada con un cantecito de Frasquito Hierbabuena que consiguió erizarme la piel. Por Fandangos siguió, acordándose del Chocolate y Manuel Torre, y el público supo agradecerlo con aplausos y jaleos. La siempre áspera siguiriya apareció en el escenario, pero yo no conseguí digerirla. Y para terminar y a petición de alguien del público cantó unos Fandangos de Huelva en los que estuvo más que correcto.

  Llegó el momento mas esperado para mí, y es que se subía al escenario Alejandro Segovia Camacho más conocido como Canela de San Roque, gran cantaor, infravalorado en mi opinión, seguidor de la línea estilística de Antonio Mairena y del Campo de Gibraltar. Acompañado por la sonanta de Víctor Rosas, no pudo comenzar mejor su actuación, por Soleá, donde estuvo desgarrador, hiriente y alcanzando registros muy difíciles. Sin duda fue el mejor momento de la noche, recordó mucho al de los Alcores e hizo un recorrido soleaero muy interesante (Andonda, Juaniquí…) que fue respondido por el publico con un gran aplauso. “¿Cantamos por fandangos o por siguiriyas?” Preguntó a los aficionaos, y entre éstos  había disparidad de opiniones, a lo que el Canela respondió “vi a canta por fandangos y después por siguiriyas”. Se me hace raro que el segundo cante que se haga en un espectáculo sea por fandangos, incluso no me suele gustar, pero sencillamente volvió a brillar, y es que este cantaor le pone todo lo que hace falta para ejecutar a la perfección un cante: una voz potente, que modula como nadie en los bajos y en los altos, y sobre todo, ese sentimiento que se transmite al aficionao, sí, eso que llaman pellizco. Si a todo eso le unimos el magnifico acompañamiento de Víctor y el legado que le dejó el Chato Méndez y Antonio el de la Calzá el resultado son unos fandangos de categoría. En tercer lugar hizo un cantecito por Tarantos, demostrando su sapiencia en los Cantes de Levante. Como lo prometido era deuda, era el turno para la seguiriya, y quiso el de San Roque dedicarla a Ramón Soler, estudioso de lo Jondo, y Alfonso Queipo de Llano, otro gran aficionao. En esta ocasión si se percibieron esos ecos negros que deja este cante, como los posos del café mas denso. Estuvo sublime, hiriente, serio y correcto, la bajañí lloraba con el cante del Canela, y es que el dialogo entre cantaor y guitarra era fluido alcanzando su cenit en la siguiriya de cambio con la que cerró este cante. Volvía el compás al escenario, y ya no se iría, esta vez en Bulerías por Soleá, como si hubiera nacido en el mismísimo barrio de Santiago, dio una autentica lección en este menester, haciendo un repaso por las diferentes formas de este cante (Gloria, La Moreno, Mojama..). Como era de esperar, para cerrar su actuación interpreto unas geniales bulerías, en las que estuvo sembrao, y como a lo largo de toda la noche, demostró conocer todos los recovecos de este cante (Cadiz, Jerez, Lebrija, cuplés). Un broche de oro para terminar su flamenquísima actuación.

  Para cerrar esta gran noche flamenca, era el turno del baile en la persona de Luisa Palicio. Cabe decir que soy un completo ignorante en lo concerniente al baile. Ya había visto actuar a esta Esteponera, y personalmente me encantó. No ocurrió así en esta ocasión. Iba acompañada por el cante de Jesús Corbacho y el toque de Pedro Sánchez. Comenzó Luisa por Malagueñas. Sinceramente, creo que jamás había visto bailar una Malagueña, y para ser sincero no me gusto en absoluto, y no por su técnica, que era bastante depurada, sino porque lo que estaba viendo bailar no me parecía en absoluto flamenco. El fin de esta Malagueña, dio paso a los cantes abandolaos, donde Luisa se retiró y Jesús fue el protagonista. Desde luego me defraudó bastante este cantaor, cuya obsesión permanente era alargar los tercios hasta la extenuación, ¿en un alarde de flamenquería quizás?, desde luego para mi no. Hizo lo que quiso con los abandolaos, cantó la letra de un Jabegote, pero que alguien me explique que cante era ese, porque un Jabegote ya te digo yo que no. Para algunos, quizás sea la forma de evolucionar los cantes, de darles su personalidad, y no dudo que a muchos les guste. Continuó Luisa con la Seguiriya, donde ni el cantaor ni ella me transmitieron absolutamente nada, y ante esta situación y mi acuciante hambre, espere a que terminaran este baile, y me marché sin terminar de ver su espectáculo. Tiene lugar decir que el que si me sorprendió fue el guitarrista Pedro, al que le sonaba el instrumento limpio como una patena, además demostró tener gran dominio del compas.

  Para despedirme, me gustaría dar las gracias al pueblo de Almachar por su hospitalidad, su comida, su gente y sobre todo su apuesta por el Flamenco, y buena culpa de esto ultimo lo tiene su peña flamenca “Amigos del Flamenco de Almachar”.

  Hasta el año que viene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario