lunes, 7 de octubre de 2013

Luces y sombras en la III Bienal de Arte Flamenco de Málaga


Después de 7 meses donde se ha programado flamenco en la provincia de Málaga a tuti plein, toca hacer balance de la III Bienal de Arte Flamenco de Málaga. Evidentemente no ha sido un camino de rosas, pero quiero analizar todos los aspectos para poder responder a la siguiente pregunta: ¿Qué ha fallado?
En primer lugar, se debe tener en cuenta el presupuesto, que ascendía a los 250.000 euros, lo que nos da una idea de lo limitado del proyecto económicamente. Atendiendo al dinero disponible, y comparándolo con el nivel de los artistas y la cantidad de espectáculos el resultado es inmejorable, puesto que han pasado por las tablas de La Bienal gran cantidad de flamencos consagrados y jóvenes promesas de las diferentes disciplinas del flamenco. Ahora bien, si comparamos este presupuesto con los beneficios que debería haber generado La Bienal, o con las expectativas de aceptación, el resultado no es nada alentador. Incluso dejando al margen el tema de la recuperación de costes, más importancia aun tiene el hecho de que esta bienal no ha transcendido ni a los medios ni a la gente como un evento de importancia. Casi nadie en Málaga sabía que estábamos en plena bienal, y los propios aficionaos apenas se enteraban de cuando eran los espectáculos



DE LUCES:

La luz de esta tercera bienal ha sido sin duda la buena programación artística, el alcance geográfico extensivo a toda la provincia y los bajos precios de las entradas. En estos aspectos ha brillado de sobremanera, apostando por un flamenco puro y serio, con artistas de la talla de Antonio Reyes, Miguel Poveda, EL Torta, El Zambo, Paco Cepero, Manuel Molina, La Macanita, Vicente Amigo, Milagros Menjíbar, Carmen Ledesma…Lo mejor de cada casa sin duda. Desde luego con un presupuesto infinitamente inferior, la calidad flamenca de esta bienal tumba a las dos anteriores. Por seguir recordando momentos irrepetibles en esta bienal, no se me puede olvidar como nos estremeció Tío Antonio El Rubio “llorando” por fandangos, eso no está “pagao”. El mano a mano entre Cancanilla y Antonio Reyes en el homenaje a  Antonio Mairena fue de los que no se olvidan, posiblemente el mejor recital de toda la bienal; lo mejor de Jerez inundando de compás la ciudad de Ronda; Manuel Molina dibujando poesías en el aire del auditorio de La Paloma o Carmen Ledesma embrujando a los asistentes con su baile gitano; Milagros llenando de gracia el teatro Cervantes en la inauguración o El Pipa poniendo su raza en la clausura son sólo algunas de las muestras que esta bienal ha dejado para el recuerdo de los escasos asistentes.

Más aspectos positivos son la divulgación a través de exposiciones, coloquios, conferencias ilustradas y proyecciones flamencas; los talleres de aprendizaje de los diferentes campos del flamenco; la apuesta por gente joven que viene haciéndolo muy bien; se ha dado espacio a casi todos los artistas malagueños, bien en grandes recitales como el caso del espectáculo del Corralón de Santa Sofía, o bien con el ciclo Vamos a tu peña.

Ha habido ciertas críticas de que no se ha apostado por artistas malagueños, pero supongo que son críticas infundadas en que “el amigo de turno” no ha tenido cabida en la bienal. Estas críticas se desmontan por sí solas con echarle un ojo a toda la programación. Y más desmontadas quedan si atendemos a que una bienal de arte flamenco no debe apostar por un flamenco local, sino por un flamenco de calidad. ¡Ya está bien de localismos!

DE SOMBRAS:

Lo negativo de esta bienal ha sido la escasa aceptación por parte del público, y la casi nula trascendencia e importancia que se le ha dado a la misma. Podemos analizar estos aspectos desde dos vertientes, pero para mí en una de ellas es donde recae el verdadero peso del “fracaso” de los diferentes espectáculos.

Por un lado, la afición de Málaga no es especialmente flamenca, ¡y mira que hay peñas! Pero lo cierto es que ni peñistas ni otros aficionaos han respondido a la llamada de lo jondo, volviendo a demostrar que la afición de Málaga es de las más reducidas en número si la comparamos con otras ciudades españolas, eso sí, somos pocos pero buenos.

Por otro lado, esta primera vertiente no tiene peso alguno desde el punto de vista que un evento de la magnitud que se le presupone a la bienal debe traspasar fronteras, tanto locales como internacionales. Mirándolo así, el verdadero peso del fracaso de esta bienal recae en la escasa publicidad que se ha hecho de la misma, propiciada quizás por el limitado presupuesto, pero ¿no hubiera sido mejor reducir el número de espectáculos para desviar esos gastos en marketing y publicidad? Yo pienso que sí. Además, resulta interesante a nivel turístico potenciar una Málaga flamenca, que atraiga a gente de todo el mundo como Sevilla, Córdoba, Jerez o Granada, y que además consolide el negocio del flamenco durante los años que no se celebra la bienal. Falta les hace a los artistas locales que haya esa potenciación del sector en la provincia. Esto sólo se consigue con publicidad, que es lo que marca la diferencia entre los productos hoy en día. Un buen producto sin publicidad no vende, sin embargo un producto mediocre con publicidad agota las existencias. Triste pero cierto.

La mayoría de las críticas de los aficionaos se centraban en que no se enteraban de los espectáculos,  que no sabían donde mirar la programación, que la página no funcionaba bien o que 7 meses era algo excesivo. Este último punto tiene sus ventajas y sus inconvenientes: desde el punto de vista de potenciar la internacionalidad del evento pienso que es negativo, ya que alargarlo tanto en el tiempo hace que no les sea rentable del todo a los extranjeros que quieran apostar por un turismo flamenco, ya que los espectáculos están demasiado dispersos en el tiempo. Para muestra el festival de Jerez o La Bienal de Sevilla que durante un mes están colmados de guiris dejándose los jurdós en todos los recitales posibles. El aspecto positivo es más local, es decir, los que vivimos en Málaga podemos disfrutar de los recitales con una mayor prolongación en el tiempo, y esto para nuestro bolsillo es muy importante; no es lo mismo gastarte 200 euros en dos semanas que en 7 meses.

Las redes sociales es otra de las cosas que no se han potenciado, salvando la labor de Pepe Portillo, que no es porque sea mi amigo, sino que su llegada supuso un punto de inflexión y logró doblar el número de seguidores tanto en facebook como en twiter en apenas unas semanas, les dio una vida que no tenían hasta entonces. Pero es que todo esto se tenía que haber potenciado mucho antes de comenzar La Bienal. Cabe resaltar, que la persona que ha dirigido esta bienal ha puesto todo su empeño, y lo cierto que apenas ha contado con colaboradores, más bien era él mismo el que representaba todo el organigrama la organización. No se le puede pedir más a Antonio Roche, que debería de haber contado con un equipo de trabajo.

CONCLUSIÓN

Creo que la materia prima está ahí, y sólo hay que mantenerla para la siguiente edición, la clave está en potenciar La Bienal de Málaga como un gran evento internacional, hacerlo grande, que atraiga, y esto se consigue comenzando a trabajar desde ya, para consolidar las luces de un proyecto que espero que no vuelva a desaparecer.

  

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