El pasado sábado era el día
en el que Mariana Cornejo hubiese
inundado de gaditanía la sala García
Lorca de la Fundación Casa Patas.
Fatales circunstancias de la vida lo impidieron. De algún modo, su ser estuvo
presente en la sala y en el pensamiento de los aficionaos. Así mismo lo señaló Encarna Anillo, la encargada de suplir y homenajear a la desaparecida Mariana en este ciclo Flamenco por derecho.
Aunque entre la personalidad de estas dos gaditanas hay un abismo, Encarna puso todo su empeño para rendirle honores a Mariana. Esta joven cantaora lleva el cante gaditano por bandera y así lo
demostró la noche del sábado 23 de noviembre.
La voz de Encarna es pura
delicia, con un registro melódico perfecto y dotada de exquisita técnica. A
esto hay que sumarle un conocimiento y variedad de repertorio cuasi ilimitado. Esta
fue la tónica de su recital, donde la compañía de Antonio Carrión fue tan protagonista o más que la de la misma
cantaora, lo de Antonio es “pa echarle de comer aparte”. Además Diego Montoya y una de las hijas del
tocaor pusieron el compás de la noche.
Encarna y su gente sobre las tablas |
Algo que sí eché en falta
fueron la energía y el arrojo. En definitiva, avivar la llama de los cantes. Por
momentos dejaba entrever que tenía la capacidad para imprimir ese calor, esa
fuerza necesaria en algunos tercios, pero no fue hasta la segunda parte del
recital donde sacó todo lo que lleva dentro. El recital fue de menos a más y en
todo momento el público, que no terminó de llenar la sala, disfrutó de lo lindo
con Encarna.
Las alegrías gaditanas resultaron un tanto salobres, aunque
perfectamente cantadas desde un punto de vista musical. Éstas dieron paso a una
rica y variada tanda de solerares donde sí saco ese rajo que lleva dentro por
instantes. Media granaína para
introducir la malagueña del Mellizo,
cante que está al alcance de muy pocos a día de hoy. Es un estilo al que hay que
imprimirle algo más que una media voz. No pudo homenajear mejor a Mariana que con el cante que lleva su
nombre. Supo mecerlo con gusto y darle matices personales.
Antonio Carrión |
Desde este punto al final,
Encarna se soltó la melena y se arrojó al vacío sin pensárselo. Fuera quedaron los
nervios, la tensión o el miedo a asegurar cada tercio. Me levantó los vellos
por abanadolaos, que comenzaron con
la suave rondeña del Gallina para seguir con el fandango Lucentino y terminar
con el vivaz cante de Juan Breva. Exquisito.
Continuó por tientos gaditanos que desembocaron de
forma natural en tangos de todos los
colores: Málaga, Cádiz, Granada, Extremadura o Triana. Compás, gusto y otro
registro de voz hicieron de estos cantes un auténtico disfrute para los
sentidos. Soberbio estuvo también Carrión arrancando los jaleos del respetable.
Encarna cantando por La Perla |
Para finiquitar una noche que
fue exponencialmente de menos a mas, bulerías
gaditanas, el techo artístico del recital sin duda. De pie, bailando,
interpretando con garra a la Perla o al gran Alfonso de Gaspar, encendiendo la
llama del cante y sin salirse una pizca del compás. Un gran final, donde hasta
Diego Montoya se dio su pataíta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario