sábado, 22 de marzo de 2014

Montse Cortés por derecho en Casa Patas


Muchas veces, tras una carrera artística relanzada por trabajos discográficos de corte más comercial, dejamos de asociar a ciertos artistas con el flamenco más ortodoxo. Nada más lejos de la realidad. Este es el caso de Montse Cortés, cantaora catalana criada en el barrio de La Mina y con una trayectoria flamenca más que dilatada, especialmente en el acompañamiento al baile.


Montse Cortés y Juan Ramón Caro


Gracias a la Fundación Casa Patas pudimos disfrutar ayer del cante libre de orquestinas e interferencias de Montse, que estuvo arropada por la certera guitarra de Juan Ramón Caro. La voz de la catalana es áspera miel de caña. Modula como pocos y tiene un rajo que se te mete dentro del sentío. Pero a todas estas cualidades hay que añadirle la capacidad de aportar su personalidad a cada tercio que aborda; melismas con denominación de origen.

Juan Ramón Caro

Con la Sala García Lorca como telón de fondo y a rebosar, dio comienzo el recital de Montse, que aclimató a los presentes con una sugerente vidalita, con la que de paso fue calentando voz. Siguió por media granaína y granaína, con un gusto exquisito, aunque quebrando en demasía cada tercio, sin ligazón. Por tientos cantó de dulce, e inusualmente no cerró por tangos. ¡Que difícil es ver esto hoy en día! Para terminar de impregnarnos el buen aroma de su cante, despidió su primera intervención por soleá. Soberbia, con exhaustivo conocimiento pero con personalidad para dotar los estilos del Mellizo, Frijones, Andonda, Machango o Paquirri El Guanter con su fragancia gitana. Quizás lo que menos me gustó fue la escasa compenetración entre cantaora y tocaor. Parecían desconocidos que tocaban por primera vez juntos.

Montse Cortés

En su segunda intervención puso más pujanza que en la primera. Arriesgó más y eso se tradujo en más "oles" del público. Comenzó con aires de fragüa: por martinetes, que ligó para meterse en la oscuridad de las seguiriyas de Cagancho, El Marrurro y el portentoso cierre de Manuel Molina. Tras cerrada ovación, cantó por tangos, recordando principalmente a La Repompa. Exquisitas melodías en la voz de Montse. Para el fin de fiesta buleaero no faltaron ni el compás ni la flamencura, tanto así, que el público exigió más con el calor de sus aplausos, algo que Montse y Juan devolvieron con unas pataítas por bulerías.

Fin de fiesta

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