lunes, 28 de abril de 2014

El heredero natural de la escuela gaditana

A Pepe Haro por abrirme los brazos en la Peña Juan Breva. 

Descansa en paz amigo.


Porque tiene, porque puede y porque quiere. Así es como David Palomar se alza como uno de los grandes baluartes de la escuela gaditana, esa donde las penas se cantan por alegrías. El pasado viernes tuvimos a bien disfrutar del cante cargado de sal de David, que continuaba con el ciclo Gran Flamenco del Café Berlín, organizado por Gestión de Proyectos Culturales bajo el asesoramiento artístico de Carlos Martín Ballester.



Lleno absoluto. Arte a raudales. Generosidad. Todo ello se tradujo en un éxito rotundo. En plena satisfacción de cuantos presenciaron el recital de David, que vino escoltado por una de las grandes guitarras de acompamiento, Rafael Rodriguez El Cabeza, formando de esta manera un binomio muy especial.

Hoy por hoy David recoge el testigo de una forma muy particular de decir el cante, y lo hace erigiéndose como el mejor heredero actual de esta escuela; la de Aurelio, la de Manolo Vargas, la de Pericón, la de Chano o la de la recientemente fallecida Mariana Cornejo. Sus condiciones son envidiables: gran voz, compás exacto, ritmo endiablado, personalidad y conocimiento. A esto hay que sumarle las particularidades gaditanas: la gracia y el "age". Esto hace que sin salir de la ortodoxia consiga llegar a un público más extenso. Algo parecido le pasa a Rafael, cuyo toque es flamenquísimo a la par que innovador. Tiene swing y duende.


De esta guisa el recital discurrió por las veredas del buen hacer y el disfrute. Al menos en lo que a mi respecta. Consiguió llegarme de una forma especial en la malagueña del Mellizo, previa preparación por media granaína. No recuerdo si la cantó bien, mal o regular, tan sólo tengo el recuerdo del escalofrío recorriendo mi cuerpo. Quizás fuera una mezcla entre mi estado de ánimo, la cerveza y una buena interpretación de David y Rafael. A esto último le pongo el 80% del peso.

Antes ya había dejado su inconfundible sello. Salió por cantiñas y al golpe. Obvio. Mirabras, romera, cantiña de Córdoba y juguetillos se entrelazaban con un inconfundible aroma, ese que sólo saben aportarle los de la tacita de plata. Cambió de tercio para sacar todo lo que llevaba dentro por seguiriyas. Expuso y dio las 5 pesetas del duro. Volvió a la bahía para terminar de impregnar de salitre todo el Café Berlín. Alegrías de Cádiz que sirvieron de prólogo para una buena anécdota, de esas que sólo pasan allí abajo. Se despidió, pero sólo temporalmente, por bulerías. Un ramillete extenso y variado donde no faltaron esas letras y formas melódicas de Alfonso de Gaspar.

David Palomar y Rafael Rodríguez por alegrías de Cádiz


David contando una anécdota


Abrió por derecho su segunda intervención. Solemne y diciendo con gustos los cantes por soleá de la Andonda, Juaquín el de la Paula, Enrique El Mellizo, Paquirri El Guanter y el anárquico Chozas el viejo. Con temple fue desgranando melodías que la bajañí de Rafael engrandeció con su jonda musicalidad.

Llegó el turno de la malagueña del Mellizo. Creo que han sido pocos los cantaores que han hecho versiones magnas de este estilo. Palomar me caló aun teniendo en cuenta que hubo una pequeña desconexión en el cierre. Si hasta el momento Cádiz había estado muy presente en el recital, la recta final sería un auténtico enardecimiento de gaditanía. Tanguillos para recomponernos de la profunda malagueña. Ya estábamos enganchados. Martinetes, pregón de Macandé y milonga a viva voz. Tangos del Granada, Málaga y Extremadura con guiños al Chaqueta en algunos pasajes. Después de dos horas de recital donde el aburrimiento y la pesadez no estuvieron presentes, la gaditanía cobró máxima expresión por chuflas, recordando al gran Manolo Vargas y a Mariana. Naturalmente la gente quería más, y David complació a los presentes con una nana a su hijo compuesta por él. Un final bonito para una noche cargada de sal, gracia y compás. Porque tiene, porque puede y porque quiere.

VÍDEO: 

David y Rafael por chuflas gaditanas






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